El aumento de la radiación solar presenta efectos
positivos, como el aumento de las temperaturas, mayor luminosidad y un
mejor aprovechamiento y rendimiento de la energía solar. Sin embargo,
también tiene sus contrapartidas.
La radiación solar es la energía emitida por el
Sol que se recibe en la superficie terrestre en forma de ondas
electromagnéticas de diferentes frecuencias: la luz visible, la única
que percibe el ojo humano, la infrarroja y la ultravioleta. Esta última
es la más peligrosa, ya que es la que produce las quemaduras y el cáncer
de piel, y más especialmente en aquellas zonas del planeta menos
protegidas por la capa de ozono. La conclusión parece clara: una mayor
radiación solar provoca un aumento de la radiación ultravioleta, por lo
que es necesario elevar la precaución mediante el uso de cremas solares u
otras medidas protectoras, sobre todo en niños y bebés.
«Es cierto -advierte el investigador Arturo
Sánchez- que en la mayor parte de España los niveles de radiación
ultravioleta son altos de por sí, incluso sin este aumento reciente.
Pero es cierto que en el futuro irán en aumento, por lo que siempre se
tendrían que extremar las medidas de precaución con medidas que deberían
ser reforzadas y seguidas por la población, también en primavera y
otoño, y no solo durante el verano».
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