viernes, 31 de enero de 2014

Tremenda apología de la siesta

No entiendo el desprecio de los escritores por los llamados libros de autoayuda; al fin y al cabo, todo buen libro nos ayuda a algo: a no sentirnos sometidos, a vivir de forma menos distraída, con suerte a entender alguna cosa, o simplemente a pasar el rato; si no nos ayudaran los libros (o si no nos hiciéramos la ilusión de que nos ayudan), ¿para qué los leeríamos? Miento. En realidad entiendo muy bien el desprecio de los escritores por los libros de autoayuda: primero, por la envidia que nos da que sus autores suelan forrarse escribiéndolos; y segundo porque, igual que el énfasis en la verdad delata al mentiroso, el énfasis en lo que ayuda delata a lo que estorba. Sea como sea, si alguna vez soy capaz de escribir un libro de autoayuda, escribiré una apología de la siesta.

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